La primavera y el verano son las estaciones ideales para incorporar alimentos crudos en los planes de comidas. Además del factor que no tendrás que encender el horno para cocinarte vivo, la comida cruda puede aumentar el nivel de energía, ayudar a perder peso y fortalecer las defensas naturales del cuerpo.
Con respecto a los alimentos crudos no se trata tanto de lo que se está comiendo sino de lo que se está evitando: plaguicidas, productos químicos y conservantes que entran en los alimentos procesados. Y aunque la ciencia detrás de los alimentos crudos sigue siendo motivo de debate, este arte culinario es cada vez más creativo y sofisticado. Los vibrantes sabores y nutrientes de la naturaleza pueden revitalizar cualquier dieta.
Los seguidores de la comida cruda sostienen que calentar los alimentos por encima de los 118 grados disminuye la calidad de los mismos mediante la destrucción de las enzimas, proteínas y nutrientes mientras se concentran todos los plaguicidas que pudieran contener. Cuando se comen alimentos crudos, estos ya vienen con la mezcla perfecta de las enzimas necesarias para digerirlos. El cuerpo no tiene que trabajar tan duro como lo hace con los alimentos cocinados, por lo que mantiene un depósito extra de energía.
Pero no todo el mundo está de acuerdo. Algunos alegan que no se necesitan las enzimas en los alimentos para digerirlo, ya que el cuerpo produce sus propias enzimas y las segrega sobre la base de lo que se consume. Cocinar cambia la estructura de la proteína, pero el contenido de proteínas de los frutos secos tostados o frijoles cocidos sigue siendo alto, y el cuerpo todavía puede utilizarlas para curarse y repararse.